Hablemos de un suceso simple o un suceso sencillo. Hablemos de un suceso donde se involucra personas… …que cada una de ellas da su propio testimonio.
Encontremos que cada testimonio que se dé estará manchado de subjetividades por sentimientos, verdades que en realidad son engaños, alucinaciones.
Investigar más que buscar es confrontar las partes… ir desechando irrelevancias, afirmar algo con las coincidencias encontradas, tal vez enterarse de algo no planeado.
Cuando el autor tenía el resultado en las manos descubrió que las personas no son robots de los que se obtiene "uno" o "cero", "si" o "no". La respuesta arrojada iba envuelta en marañas y matices.
TESIS
miércoles, 6 de noviembre de 2013
TESIS 3
A
veinte centímetros de distancia uno del otro; ella empapada, yo sin ropa. Su
mirada delataba sus nervios que querían desbordarse, labios temblorosos que me
reclamaron no recuerdo exactamente qué. Más que evidente que nunca había tenido
sexo con uno de su especie ni con otro que no lo fuera.
Todo quedó en pausa, incluso las gotas que afuera caían. Sentí que mis pulmones se vaciaban, se contraían presionándome. Algo no me dejó pensar y me lanzó a su cintura. Por tercera vez manos temblorosas y aún más con proporciones tan armoniosas. Sus senos perfectos que se traslucían sobre su blusa mojada. Procedí a levantarla tomándola de los bordes de abajo y despegándola húmeda de su piel que al irla retirando se erizaba aún más. Detrás de esa sensual mujer dejaba ver la ingenuidad de una niña y su inocencia que huía de sus ojos, de su tacto y de todos sus sentidos. Al retirar la prenda despeiné de nuevo su burdo peinado balanceando esos senos suaves y erectos.
Me
abrazó como cuando los niños corren a abrazar a su mamá. Así sentí su abrazo,
como si hiciera tanto que no me viera, como si me necesitara más allá de tener
un encuentro sexual. Me causó ternura pero solo hasta allí. Correspondí a su
abrazo y sentí cómo de nuevo mi cuerpo empezaba a recuperar calor después de la
remojada.
Seducir a una mujer no es fácil y menos a tal chica. Seguía desabrochar su pantalón, bajarlo suavemente y pasar de su cintura y de su ombligo a más abajo; besarla más fuerte a la vez que deslizas y con ese miedo de que vaya a mover su mano, la ponga sobre la tuya y con un apretón trate de decirte, “¡hasta ahí!”
Hacer el amor a una mujer es complejo, no solo es llegar y tomarla: es ir subiendo de nivel hasta que la enciendes como el fuego, es dosificar y en el proceso ir notando qué es lo que quiere.
¡Recuerda! Es en círculos, no le estás
haciendo el amor a otro hombre si no a una mujer. Ellas son diferentes y
sienten diferente a lo que sientes tú.
Eso y
más me decía Ernesto y tiene tanta razón, nunca me fallan esos pasos.
Flunitracepam, yohimbina y ésta otra bebida aún me retumban en la cabeza. No fue necesario nada de eso porque al verme simplemente cedió. Aclaro que llegar hasta mi cuarto mojados no fue planeado. Ese día al bajar del carro me dije a mi mismo.
-¡No funcionó para nada! La siguiente vez tendrás que lograr que Ariel no vaya con ustedes. Y la siguiente vez ya no irá.
Ernesto es un barman, el ayudó a planear conmigo tal tragedia.
Hice mujer a mi mejor amiga. No puedo describir en qué tipo de relación nos vamos a encontrar la siguiente vez que nos veamos. Soy un hombre que no puede estar sin satisfacer sus necesidades; ahora tengo en mis manos a
esa mujer por la que babea cada pendejo que la voltea a ver.
Es tan bonita pero a la vez me resulta tan tonta, no pudiera decirle a mi mamá que ella es mi novia, me daría vergüenza.
-Permíteme tu maleta, déjame ayudarte; me provoca desesperación pensar que te puedes caer…
-La primer conversación entre Ariel y yo, tiempo atrás que usé muletas. Se ganó fácilmente mi amistad, fue mi único amigo desde allí a la fecha. Un chico serio con inteligencia fuera de lo normal, aunque odiaba junto
conmigo las matemáticas era un tremendo analítico de todo. A veces pensaba que me conocía más de lo que yo le mostraba. Me cayó como anillo al dedo esa vez que se desgarró mi tendón. Llegó sin que yo le pidiera ayuda y aun siendo serio la primera plática fluyó como si nos conociéramos siempre.
No tenía problema alguno con tratar con alguien todo lo contrario a lo que soy, lo que sucedía era que llegaba a ser el freno en mis desenfrenadas locuras. Soy un hombre con la adrenalina a veces a tope. No me importaba que fuera tan serio, que tomara antidepresivos, que a veces me gritara que estaba loco.
"mi estimado José Carlos: te conozco menos de lo que quisiera, a veces no entiendo por qué manejas todos tus asuntos al límite y no piensas en las repercusiones que tendrán en lo que te rodea. A veces quisiera ser tan hiperactivo como tú, tener el tono de voz y la fluidez con la que hablas y convences. Sin embargo, nunca vas a lograr que me vuelva alcohólico y mucho menos que malgaste mi vida y dinero durmiendo con mujeres. Aprovecho este papel para reiterarte mi amistad y hacerte saber mi admiración hacia los logros que hasta hoy has tenido independientemente de los medios que hayas tomado..."
sábado, 7 de septiembre de 2013
TESIS 2
Ariel, José; mis dos amigos desde hace un tiempo. Hace tres
días se me fue Ariel. Aun no lo creo. Hace dos fui a darle su despedida. Nadie
supo lo que pasó exactamente, murió mientras dormía. Su corazón se detuvo… …
sus pulsos se fueron y pues ya no está aquí. Ariel mi buen amigo me ha hecho
llorar estos días. Me provoca sentimiento que se fue de repente y nadie supo
exactamente a qué hora.
José, la tentación hecho hombre. Sus manos, su espalda, la
forma en que me toca. Su voz que se me mete en la oreja y me atolondra. Con José
Carlos descubrí que soy mujer.
José, me ha abierto la puerta y me ha llevado en sus brazos
hacia lo que no conocía. Está empezando a serlo todo en mi vida, es el hombre
perfecto que sabe cómo tratarme, cómo hablarme, cómo hacerme el amor.
Perdón, soy Rosario. Llevo algunas horas castigada en mi
cuarto. A mis 18 años mi madre se da el lujo de castigarme. Me llamo Rosario Guadalupe,
soy piscis, poco antes de perder mi virginidad creía que tenía el alma de un
hombre. No tengo amigas pues soy muy práctica, me entiendo con los hombres, me
gusta el alcohol, para mi abuela soy una niña con caderas y senos grandes. Me
molesta cuando me lo da a entender.
Me gusta ayudar a las personas; cuando puedo ya que, tengo
pocos talentos. Soy bonita porque así nací más no porque así lo quiera, mis
compañeras me odian, mis compañeros me quieren. En fin, es todo lo que diré
acerca de mi persona.
Cuenta la historia que se llegó el tiempo de buscar carrera
profesional. Mi mamá Licha, Felicitas no me dejó en paz alrededor de un mes
todos los días con la misma cantaleta:
-¡Rosario Guadalupe no creas que te vas a quedar burra!
-¡Me vas a matar en vida si no estudias. Eres mi esperanza,
quiero presumirle a mis primas que eres abogada!
-¡Tu prima Melanie-Mélany-Melaní-
ya tiene cupo en la facultad de ciencias de la comunicación!
Mi mamá tan inoportuna con sus gritos desde las siete de la
mañana. Se supone que debería sentirse orgullosa de su hija que terminó la
prepa y como premio todas unas vacaciones de reventón y de dormir tarde. Me
sentía tan desgraciada yo.
Resulta que engañé a mis papás y a mi abuela, les dije que
ya había arreglado todo, que me estaban esperando en la escuela Iberoquiensabequé. Ellos muy contentos.
Y yo me decía a mí misma.
-Quiero tener una semana sin presiones. Ya después les diré
que quiero ser estilista.
Fue una semana de fiesta, mi madre tan sonriente que me
llevó a comprar ropa, por lo cual aún me remuerde la consciencia.
-Mira hija, te tienes que comprar cambios de vestir porque
recuerda que a las abogadas entre más arregladas más les cree la gente cuando
hablan.
- ¡Mamá! Para ser abogada primero tengo qué terminar la
carrera. ¿O me vas a comprar un título?
-Hija, ve estas zapatillas que quedan hermosas con la falda
de vestir y la blusa rosita palo. Te puedo prestar mi bolsa de piel y te verás
estupenda.
Estoy segura que el maldito chambelán que tenían de
encargado de la boutique sabe de albures; por poco y suelta la carcajada.
-Bien mamá como tú digas.
Lo que no sabía mi madre es que esas zapatillas le quedaban
a mi falda para salir de antro. Tenía qué aprovechar.
Mi abuela encantada cada vez que hablaba (cada vez que les
mentía) sobre la carrera de abogada. Mi abuela vive con nosotros, sus demás
nietos no le interesan.
-Hija, yo sé que tú tienes el carácter de una licenciada. Ve
nomás lo guapa que te vas a ver echando pleito con los contrarios. El juez con
solo ver lo bonita que estás te va a dar la razón.
¿A alguien de mi familia se le ocurrió preguntarme qué
quería estudiar?
La verdad yo no quería estudiar. Bueno tampoco quería ser ama
de casa.
Mi abuelita, María de los Ángeles Echeverría de Scott dice
que mi abuelo fue un hombre muy exitoso y que yo tengo sus mentados genes. Que
en lo bonita me parezco a ella de joven pero que soy tan aventada como don Casiano
Scott.
Tengo la duda de si mi abuelo se inventó ese apellido para
impresionar a mi abuela para que se casara con él.
Todos súper emocionados por mi logro y yo súper emocionada porque
esos días serían de fiesta con Blas.
José…
…La primera vez que nos conocimos fue en la preparatoria. No
estuvimos en el mismo salón pero él solía entrenarme para las competencias de
atletismo. Era su servicio social. Él no podía competir gracias a su lesión de
los tendones.
A veces no sabía si en realidad platicábamos o entrenábamos.
Era de diario excepto los fines, el entrenamiento con José. Se oscurecía platicando en la pista de correr, me contaba de su papá que vendía
televisiones. A la vez entremezclaba su gusto por bailar y su afición por los
gatos. En su plática acomodaba todo tan bien que me dejaba lela. Una voz muy clara y
dicción perfecta, dientes parejitos. En mis pensamientos me decía:
-Éste tonto debe tener tras de él a todas.
Y ese tonto fue sabiendo tantas cosas de mí como yo tantas
de él.
Cuando llegó el tiempo de abandonar el bachillerato fue la única persona que dije que echaría de menos. Carlos debió de haber dicho lo mismo. Somos tan iguales que estaría dispuesta a irme a vivir con él. Por cierto, me tienen castigada porque le dije a mi mamá que quería casarme y que ya tengo edad para decidir.
Cuando llegó el tiempo de abandonar el bachillerato fue la única persona que dije que echaría de menos. Carlos debió de haber dicho lo mismo. Somos tan iguales que estaría dispuesta a irme a vivir con él. Por cierto, me tienen castigada porque le dije a mi mamá que quería casarme y que ya tengo edad para decidir.
Creo que mi madre se
puso a llorar toda la tarde. No se oye nada en la cocina, eso es de
temerse.
Se llegó el día en que mi prima se mudó de ciudad para
estudiar; me vi en la bochornosa
necesidad de decirles a mis padres que no quería estudiar: Un viernes
por la mañana que me caí de la cama mi papá desayunaba, mi abuela meneaba una
taza con café, mi madre picaba cebolla, chile y tomate. Me dirigí a la puerta
con pasos amedrentados adopté mi pose de mujer malvada y dije cortante
-¡No quiero ser abogada!
Mi madre me vio con cara de tanto desprecio. No sé cómo una
madre puede ver así a su única hija mujer.
Mi abuela soltó el llanto a medio sorbo de café.
-¡Guadalupe, no nos puedes hacer esto!
Mi papá instantáneamente dejó de comer chilaquiles. No dijo
nada.
No dijo nada porque planearía algo. Rosario no podía
quedarse sin estudios así nada más.
Así quedó todo ese viernes. Por la noche acompañé a Blas, un
vecino gay que se acopla padre para eso de hacer desmadre. Es como mi mejor
amiga pero con pene (risa) esa noche bailamos y bailamos. Me sentía tan bien,
tan desahogada. Pensaba que mis padres ya se habían hecho a la idea de que no
quería estudiar.
Un trago de tequila que duró diez segundos y fui a la pista
a bailar. Les gustaron tanto mis pasos de baile ensayados frente al espejo que
me hicieron una rueda. Era el alma de la fiesta de esa noche. Bueno hasta ahí
supe qué pasó porque al siguiente día amanecí en la cama de mi cuarto con Blas.
Mi madre nos vio y por poco le dice a la mamá de Blas que su hijo había
deshonrado a su Rosario. Con mucha vergüenza Blas le tuvo qué decir que las
mujeres no le gustan y todo volvió a la normalidad otra vez.
Blas me contaba que la noche había sido un éxito, que dos
hombres guapísimos se me habían acercado y que me bailaban. Solo que a la media
hora me había quedado dormida en el sofá donde estábamos y que había tenido que
espantar a uno de ellos que me insistía que fuera a bailar otra vez.
Sabado de cruda, de llevar a mi hermanito Pepe a su partido
de fut, de regañarlo por que golpeó a uno de sus
contrincantes, de llegar a la casa y ser observada y escudriñada por mi abuela.
Ella no se tragó el cuento de que Blas es gay. Quería saber algo más, por eso
me preguntó acerca de qué tanto sabía sobre los hombres.
Me explicó que no está bien que una señorita se relacione
con puros hombres, pues ellos son salvajes y me pueden faltar al respeto. Que así
no encontraría a un buen hombre para casarme, que porque todos me verían como
otra cosa.
-¿A qué otra cosa te refieres Doña Ángeles?
- Yo de joven fui la envidia de todas mis amigas, era la más
bonita, iba a misa todos los domingos con mis tías, sabía tejer ropa, me sabía de memoria todas
las novenas y rosarios, cantaba como los ángeles. Todas las señoras me
felicitaban y no había fiesta donde no fuera invitada porque me sabía
comportar. En mis tiempos las fiestas eran de otra forma.
-¿y no te aburrías de ser perfecta?
-hija, solo Dios es perfecto. Ahora dime, ¿has conocido a un
hombre más allá del trato normal?
-¡Abuela!
-Hija, tenme confianza
-¡Soy virgen!
-Grité.
En eso llega mi papá a la cocina y me puse de dos mil
colores.
Me dice:
- Me ha decepcionado la mentira que nos contaste. Pero yo
tengo la solución. Mi compadre tiene para ti un espacio en la carrera de
ingeniería en electrónica y no te pediré tu opinión ¡El lunes te me presentas!
- ¿Mi nieta ingeniera? ¡Estás loco!
Fue allí donde encontré a José y donde conocí a Ariel. Nunca
me dijo que le gustaba la electrónica. También se sorprendió cuando me vio
entrar a su clase.
Ariel era un niño raro, gordito, piernudo. Fue tan fácil que
nos hiciéramos amigos que al siguiente día ya desayunábamos juntos. A José Carlos
fue imposible agarrarlo la primer semana ya que, las cuatro chicas del salón
no lo dejaban en paz. Aparte antes que nada, él creía que era necesario
socializar con todos sus nuevos compañeros; ¡no se daba tiempo! En un parpadear
se había hecho tan popular.
El primer día de clases duré arreglándome como una hora.
Sentía que sería un día especial, no porque me entusiasmara mochar y pegar
alambres, unir chips, usar lógica pero pues el primer día una debe de quedar
bien parada en su salón.
Llevaba puestas por segunda vez las zapatillas rosas que me
compró mi má. Aclaro, no era el sueño
de doña Licha que su hija fuera enzapatillada para estudiar cosas de hombres.
No supe quién de los dos consiguió más amigos, si José o yo en nuestro primer
día en la carrera profesional.
En mi casa de nuevo se respiraba tranquilidad, mi mamá dejó
de molestarme, mi papá me compró un estuche con unas minuciosas herramientas
para electrónico, se veía emocionado. Mi abuela dejó de dirigirme la palabra
por una semana.
Cierto, buena o mala elección pero la niña de la casa ya
tenía un lugar en la carrera de ingeniería en electrónica. Ahora el problema
sería en qué forma presumiría mi mamá a sus amigas la buena nueva.
Pasaron y pasaron los meses, ya llevo más de un año hoy 2 de
octubre en la escuela, de conocer a fondo a José.
Dimos un paso adelante con nuestra amistad y pues somos más
que novios.
Bueno, sin dar más explicaciones las cosas pasaron así: Hace
tres días saliendo de clase se me ocurrió invitar a José Carlos y al gordo a tomar.
El chorejas no quiso, Altagracia no quiso, el chupacabras no quiso, nadie quiso
porque teníamos examen. Solo fuimos los tres mosqueteros aunque el segundo ya
se echaba para atrás.
Llegamos al bar los tres. Sin preguntarnos, Carlos pide tres
bebidas azulitas. Sabían bien, ni para qué.
-Rosario, dime… … ¿es lo que tú quieres estudiar? A las
niñas guapas no les gusta la electrónica. Aparte te veo presionada. ¿Es acaso
que tus papás te obligan a estudiar?
-¿En serio me veo presionada?
-Te veo más linda que presionada pero sí. Efectivamente veo
que no es lo tuyo y menos las matemáticas.
-Gracias por el cumplido pero prefiero que no lo digas man,
me hace sentir que soy Altagracia.
-(que de gracia no tiene nada. Eso sí, un chingo de chanclas
botas y la madre)
De Altagracia no hablaré porque es una resbalosa. Okay, que es una resbalosa es lo único
que diré…
…Prosigo.
-Altagracia no es tan bonita como tú.
-yo lo sé, Carlos.
-Está bien. Has aceptado que eres bonita.
¡Ariel, no te duermas! Di algo.
-Qué quieres que diga, bro…
… me están jodiendo las pastillas que tomo.
- José Carlos, ¿porqué tienes dos nombres que no hacen rima?
-Lo mismo debiera preguntarte, Rosario Guadalupe
- Rompimos en risas como meros tontos
Tiene una inteligencia impresionante. Siempre tiene las
contestaciones perfectas, las palabras adecuadas para explicarme algo. ¡Es tan
alegre como yo!
Imaginar que cuando termine de éste castigo y vea a José, me
abrace y me tome de la mano me enchina la piel.
José Carlos tiene la piel clara, es moreno, de cabello negro,
algo rizado; de mi estatura; cabe decir que soy alta. Viste con pantalones
amplios, y playeras deportivas, a veces no se aliña el cabello. Ojos muy
negros.
A veces habla de más pero a mí me encanta porque su timbre y
sus labios en conjunto terminaron por matarme de la manera más bonita. No
quiero decir lo que son sus besos porque no se describirlos.
-Rosario, ¿A quién de
tus papás te pareces?
- Te cuento que no me parezco a ninguno de los dos. Soy el
vivo retrato de mi abuelita Ángeles de muchacha.
¿Tus chinos quién te los heredó?
-Mi mamá. ¿Te gustan
mis chinos?
-No tanto así, es solo que me gusta despeinarte porque te
vez muy tierno despeinado (risas)
-¿O sea, no te gusta mi cabello?
-¿Debiera gustarme?
-Yo pienso que te gusta ¿O por qué me estás despeinando?
- Porque eres un perro lanudo y me gustan los chuchos así
-Me has dado a entender que sí. Gracias por tu alago sobredisfrasado
-Ariel ¿por qué no has dicho nada? No te traje para que te
durmieras
Mientras zarandeaba a mi súper amigo el gordo.
No recuerdo cuánto duramos charlando. Lo que bien recuerdo
es que sus ojos negros y los míos parecían los polos opuestos de dos imanes. No
podían soltarse.
-Mejor será que te llevemos a tu
casa antes de que empieces a vomitar las dos gotas de alcohol que has bebido, querido compañero.
- le dice José a Ariel.
Bueno, pues fue todo un trabajo
llevar en peso a Ariel hasta mi carro.
Es algo pachoncito pudiera decir
que me gusta darle abrazos. Perdón, me gustaba, quise decir.
Lo llevamos en peso y nos fuimos
hasta su casa. En seguida llevaría a José.
Una cuadra antes de llegar a su
casa se suelta una tormenta espantosa. No se cómo llegué hasta allí con un
parabrisas a medio mover arriba y abajo.
-Rosario, ¿qué crees? No traigo
la llave de la puerta de en frente. ¡Maldita sea!
No hay nadie en mi casa. Mis
papás llegarán mañana.
-Me asustó eso que me decía.
Su sangre volvió cuando encontró
en la bolsa de la mochila la llave de la puerta de la cochera.
Se bajó del carro así con la
tormenta a cántaros. Se le había olvidado que yo no podía irme hasta que cesara.
Corre apresurado hacia la puerta.
Se lanza como dardo hacia la rendija de la chapa con la llave por delante. Y ¡oh
cielos!
La llave no servía muy bien. ¡No
quería abrir!
El sonso quedó remojadísimo
mientras quería abrirla.
Me bajé yo también. Creo que lo
asuste cuando le toqué la espalda y le digo.
-¡Presta! Yo abro.
-¡Te hacía ya en tu casa!
-Moví la llave a la derecha,
izquierda, izquierda, derecha y nada.
Estábamos más que llovidos,
empapados.
Tras la desesperación José empezó
a empujar la puerta. Él no se podía quedar afuera y menos si sus papás no
llegarían ese día.
En eso, con el golpe fuerte se
vino la puerta abajo con todo y bisagras.
-¡Qué desesperado eres! No era
necesario que la empujaras. ¿Y ahora?
- No sé. Me quedaré sin puerta y
entrarán los ladrones en la noche.
Todos sus chinos en la frente y
las pestañas entre pegadas. Yo temía por mi maquillaje.
Se me hizo raro que la puerta
cayera, estaba roída y con tremendo empujón de José no resistió. Acomodamos la
puerta de forma que no se notara que estaba despegada; colocamos un tanque con
gas detrás y otras cosas que detuvieran. Entramos por la cochera a su casa.
Pedí el baño para quitarme mi ropa, escurrirla y ponérmela de nuevo.
-Seguro Rosario, el baño está por
allá al fondo a la derecha.
Seguí las instrucciones de José,
abrí la puerta y no era el baño, era un cuarto color naranja-mandarina no tan
ordenado como el mío, algo concreto, un mueble sencillo con un espejo grande,
un closet café y a un lado otra puerta. Me dije entonces, éste debe ser el baño
y pues sí, ahí estaba el baño.
Al entrar me fijé que había un
rastrillo en el lavabo, una revista hecha rollo con una mujer haciendo poses
sugerentes; por no decir una mujerzuela, entre algunas otras cosas metidas en
una especie de cilindro. Me encontraba en el baño del cuarto de un hombre. Un
hombre.
Me vi en el espejo y ¡que susto
me di! Mi maquillaje estaba todo corrido. No entiendo como no se rio de mí.
Procedí a enjuagarme la cara, me
escurrí el cabello y lo hice una especie de molote
De la ropa que traía no quedó
parte seca, estaba empapada, mis zapatos igual. La escurrí y me la volví a
poner. Noté que mi blusa dejaba poco a la imaginación, la ropa mojada es otra
cosa a la hora de tapar algo y para mi mala suerte no me había puesto sostén.
Tendría que pedirle a mi querido amigo prestada una de sus playeras, pues mi
mamá hubiera dado el grito en el cielo si me viera así.
Me quité el pantalón de
mezclilla, lo escurrí y de nuevo me lo puse también.
Ya estaba lista para regresarme a
mi casa, vi mi reloj y marcaban las 4 y media, no quería que me fueran a
regañar por llegar tarde.
Abrí la puerta del baño muy
rápido, en 3 segundos premedité lo que le diría a mi mamá cuando llegara:
-Madre, perdóname por llegar
tarde es que se soltó una tormenta y al carro de tu esposo no le sirven los
parabrisas entonces me tuve que estacionar en la calle porque no quería sufrir
un accidente y que ustedes se… … ¡Madre mía! ¡Qué pompis!
José estaba sin ropa en su cuarto
al parecer desdoblando la ropa seca que se pondría.
-El baño está a la izquierda
-Sonso, me dijiste a la derecha
Esas dos últimas frases fueron
pronunciadas en voz casi baja como si se nos hubiera ido el aire.
-¿Me prestas una de tus playeras?
Caminó así desnudo hasta su
closet, deslizó la puerta y preguntó:
-¿Cuál quieres?
-Esa oscura
Esa vez entendí lo que es un
miembro circuncidado.
Rosario (yo) no había planeado
ser atrapada ese día por una tempestad a media ciudad, mucho menos bajarse a
ayudar a José a tumbar la puerta de su cochera, a quedarse remojada y mucho
menos a encontrar de esa forma a uno de sus amigos con el que su relación era aún
inocente. No tenía planeado despertar su morbo y nerviosismo hacia alguien del
sexo opuesto… …de lo que su abuela le
había comentado.
Estaba dicho que ese día sería
seducida y transformada en mujer.
Rosario no conocía su cuerpo, era
una salida de compuerta que permanecía desactivada a causa de una compleja
formulación de casos.
sábado, 6 de julio de 2013
"TESIS"
Las sábanas de mi cama se aferraban a no soltarme tras un sueño profundo y tentador. Mis párpados parecieran estar unidos con pegamento, como si quisiera que nunca la luz encendiera el café de mis ojos. Tras un movimiento brusco y memoria aun delirante logré ponerme de pie, pues el despertador a dos metros de mí insistía en detener mi incansable dormir.
Abrí la ventana, cielo despejado, el verano había llegado a su fin. Veintinueve de septiembre un día más para proponerme poner atención.
Mientras la ligera oscuridad se esfumaba, las gotas heladas en mi espalda detenían mi respiración, agudizando mis sentidos, haciéndome saber la rutina del día, recordándome la rapidez del tiempo y la lentitud de mis movimientos en el eterno meditar durante el baño.
Hoy fue un día como cualquier otro. El vaso de agua en ayunas, los cinco minutos después de la hora de entrada, la cantidad de escalones después de la puerta que nunca olvido cerrar, el atasco de gel en cada hebra del cabello para asentar los remolinos, la estrepitosa salida. En fin, no logré percibir ni presentir nada.
Hoy no tuve ganas de voltear a ver a nadie y a nada, algo adentro movía de manera apresurada mis caminados; no toqué la puerta del salón y me senté en la banca de atrás que nadie quiere ocupar. Todo era callado y atento en la primera clase de matemáticas que nunca entiendo y no soporto. Rosario con su sonrisa de dientes más blancos que los míos, José Carlos con su exagerado interés en todo menos en la clase, haciéndome notar mi tardanza; aunque su puntualidad fuera solo para ocupar el asiento al igual que yo, precisamente a esa hora.
La materia de cada cuerpo celeste puede ser identificada de acuerdo a su espectro, los isótopos del carbono, las necesidades primarias, secundarias y terciarias que conforman la pirámide de no sé quién, la reproducción celular por mitosis, la pareja que decidió hacer sus compras al desnudo y que captó la atención de los televidentes. Con tanta información fue creciendo mi alucine. Las paredes del aula en instantes eran de tantos colores, algunas otras veces me encontré en la Memoria persistente de Dalí donde mi cara era otro reloj blando incapaz de contener su forma. El sudor empezó a cruzar mi frente y las voces iban y venían, hasta que; - ¡Vámonos!-; - El grito de José Carlos me regresó de nuevo.
¿Qué quieres que hagamos hoy saliendo de éste lugar? – Podemos acompañar a la Rosario a tomar una de esas bebidas preparadas para que te pongas al cien, man.
-Con su persuasiva manera de dirigirse a las personas es difícil decir no a mi mejor amigo, y menos si se trata de pasear con Rosario y su figura de reloj de arena y esa natural sensualidad cuando habla o camina.
-Casi caigo al suelo del sueño que no se porqué no me ha dejado, pero está bien, todo sea para ponerme al cien como dices.
Ah!, olvidé mi dinero en casa.
-Ese no es problema, yo invito.
Dos horas más en la charla que abandonaba vagando en revistas y recetas de cocina, a la vez succionando con un popote la bebida azulada con un generoso toque de alcohol y un sabor un tanto raro. Rosario y José no pararon de hablar, excepto para preguntar que era lo que me pasaba, que ni siquiera la bebida me hacia sonreír un poco.
Vinieron a cuento varios temas de charla, junto con ellos las carcajadas que nunca faltan. Apuesto a que José no paró un segundo de admirar la perfección de Rosario. Pero yo creo que a quien quiere Rosario es a mí aunque sus gustos sean los mismos que los de José Carlos.
José y yo somos los mejores amigos pero nos encontramos en una clase de lucha por los besos de Rosario. Esta vez no supe decir nada y dejé la charla para ellos dos. Caí dormido sobre la pequeña mesa redonda del local.
Al zarandearme Rosario, sentí cómo mis mejillas rechinaban en el vidrio debido al sudor que llegaba de nuevo.
-Mejor será que te llevemos a tu casa antes de que empieces a vomitar las dos gotas de alcohol que has bebido querido compañero.
- Me sugirió José.
En realidad no fue lo que bebí, tal vez sean las píldoras que me recetaron; o mas bien no; ahora recuerdo que olvidé tomarlas.
-Si, mejor vámonos. Empezará a llover y no traigo parabrisas. Veamos si puedes ponerte en pie, si no, para llevarte en peso al auto.
- No me podrías.
- Respondí a la sonriente Rosario que con un poco de alcohol se vuelve aun más agradable.
Tras luchar contra el sin fin de peldaños, agarrado del hombro de José Carlos al fin estaba en casa. Abrí la puerta.
“Amor, adiós, no se puede continuar… ” La canción favorita de Jonás que repite al menos dos veces.
Desde la ventana observé el beso que Rosario tira al aire, al darse cuenta de que estaba yo allí. Apresuradamente sale en su coche.
La desquiciante melodía no fue impedimento para caer dormido, con ganas de dormir por una eternidad. Mi dormir fue profundo, pero sin las pesadillas que me acompañan cuando duermo de día. Ni siquiera saboreé el esplendido guisado que cocina Jonás con carne y verduras; Sin duda tenía sueño.
Jonás siempre dice que duermo de más, que basta con solo seis horas para estar activo durante el transcurso del día.
-¡Eso es mentira! Yo necesito ocho.
-Creo estás mal bro.
Estudios a adolecentes, han confirmado el mal sueño que los agobia debido a que están creciendo y secretan ciertas sustancias que impiden que concilien el sueño durante la noche. El problema es que yo paso de los diecinueve y no existe razón para que esto suceda todos los días.
Sin duda tenia sueño, repito. Mi sueño nunca fue normal, digo “fue” en lugar de “es” porque ahora el sueño es mi entorno.
José tiene tan buena suerte que la lluvia esperó a que se fuera: Una racha de viento mueve la puerta de la ventana y la azota en la pared astillando el vidrio. Al instante recordé mi ropa tendida en la azotea y apresurado brinco en cinco pasos los diez escalones que me llevan hasta ella.
El cielo demasiado gris, tan gris casi negro, a punto de soltar su considerable cantidad de lluvia… … mi ropa por falta de pinzas a punto de soltarse y caer a la calle. Me apresuro a dar el primer jalón a una de las prendas… …A mi sorpresa, no agarré absolutamente nada más que el puñado de aire; pensé ¿estoy aún ebrio?
No fue así, intenté con los jeans y pasó lo mismo, cual toro engañado por el torero.
Mi madre me dice siempre que no olvide descolgar del tendedero la ropa, de lo contrario de nada servirá que se haya lavado… … La lluvia comenzó con las primeras gotas violentas que iban siendo consumidas por la sed del concreto hasta convertir el techo en un arroyo.
Como decía, mi ropa siguió tendida y se lavó una vez más con la tormenta, yo sentado en uno de los escalones tratando de explicar lo sucedido por más de una hora.
Regresé a mi cuarto, tan disperso como nunca. Mi sorpresa fue cuando me vi a mi mismo dormir en mi cama. No supe qué decir, dudé en acercarme, gritar solo empeoraría las cosas ya que solo delataría mi falta de sobriedad… …Estoy aterrado de cierta manera.
Me acerqué hasta donde dormía y no me pude explicar como puedo estar fuera de mí, estando más consciente que nunca…Soy yo mismo, Ariel Cárdenas. Moví a mi otro yo que dormía pero nunca despertó. Entonces vino a mi mente lo que no quise que viniera: Si mi parte consciente de mi está fuera de mi cuerpo entonces no queda incertidumbre alguna de que he muerto.
¿Cómo podría estar muerto? ¿Cómo puedo estar muerto? … Sin decirle a José que no es mejor que yo…Sin demostrarle que no lo es… Sin decirle mis problemas a mi madre…Sin haber pedido perdón a Jonás por creerlo poca cosa…Sin haber mejorado en matemáticas… ¡Ahora cómo saco mis ideas si tengo tanto que expresar y hacer! Estoy vendado por un enorme silencio en el cual la pared ya no se estremece si canto mis desafinadas melodías. Ya no hay aliento para cantar o gritar, igual ya no hay sentimiento para llorar mi tristeza y mi rabia; soy sólo la consciencia neutral que se sabe así misma.
Estuve vagando alrededor de la manzana cuestionándome si fui un proyecto sin resultados.
Estuve pensando en Rosario, de cómo la voracidad de José Carlos terminará por devorar su gracia y terminará olvidándose de mí. Pensando en las tardes de octubre en donde yo no estaré.
De nuevo subí las escaleras que llegan a mi habitación, en cada paso fui notando la levedad de mi cuerpo, la facilidad con que puedo mover mis pesadas piernas a causa de la falta de ejercicio. Me fui percatando de que poco a poco iba perdiendo la agudeza propia de cada sentido después de haber perdido el tacto desde un principio.
Mi habitación blanca, con manchas de humedad por las goteras, lo ordenado de los pocos artículos con que cuento no es suficiente para decir que es bonita…El geranio de la ventana logró suavizar la vejez de ésta. La ventana donde muchas noches la lluvia ha arrullado mi sueño y las tormentas que han despertado mi miedo por los truenos. Suficientes rincones donde cansancios y desánimos quedaron grabados y cuatro paredes que resguardaron el vació y la seriedad detrás de una puerta de madera roída por polillas.
En realidad mi plan de vida nunca fue claro, nunca me digné a pensar a futuro, tal vez el reloj ya no me dio partida y se cansó.
¿A caso no es válido vivir solo por hoy: Dejar fuera al futuro que tanto preocupa al pequeño ser, y que, ya en conjunto es el tormento de una gran urbe y de una nación entera?
El tiempo es relativo en todos los sentidos, El tiempo y el olmo, el tiempo y la mosca, el tiempo y yo, el tiempo y la canción, el tiempo y la gestación de un nuevo ser, la bomba de tiempo, el tiempo y las estaciones, el tiempo y el intervalo, el tiempo y la tinta que se esfuma, el tiempo y la puerta roída de polillas, el tiempo que tardo en esperar y el tiempo que se me va cuando rio a carcajadas.
Todos los entes amamos y tememos al tiempo de maneras tan distintas que me es estúpido tener que formar un futuro que solo se puede dar sin tener yo que preocuparme por tal.
La mosca se deja llevar por su instinto de ser no pensante; por así decir; actúa y molesta sin preocupación alguna… Sin llorar la miserable cantidad de días de vida que Dios le regaló.
El olmo que crece rápido o crece lento en comparación con la mosca. Quieto a no ser por las rachas que lo estrujan,” ve” pasar año tras año cada cual de las estaciones.
La canción de dos minutos que deja tanto que desear y la canción de siete que se torna aburrida. El equilibrio exacto de sonidos y silencios. La canción que si termina se vuelve a tocar… La canción que se ha hecho inmortal con el paso de cien años o más, o todo su contrario.
La bomba de tiempo que no puede esperar más a ser liberada.
El tiempo que las polillas tardarán en devorar la puerta y la misma puerta que dejará de serlo para llenar diminutos vientres. Una puerta de dos metros por uno, repartida en cada panza segundo a segundo, convertida en nuevos seres destructores que devorarán mas puertas…Entonces si lo pienso bien… ¿Sería una puerta creada para devorar otras puertas?
Soy una razón encerrada en un intervalo que antes y después nunca existió o al menos nunca se dio cuenta… ¿Y quien determina ese intervalo? No lo sé… Algunos lo llaman destino, Otros lo llaman Dios… Yo tal vez equivocadamente lo he llamado reloj.
Ahora viene la parte que no me gusta:
Jonás afirma que su destino es una torre que se va formando con sus actos. Con base a esos actos se llega a un punto único del plano en donde se levanta.
Si uno de los elementos de esa torre es que yo decidí tatuarme, entonces que no me extrañe que algún día que deba donar sangre no lo pueda hacer. Por consiguiente, existe una grandísima probabilidad de que en mi destino a un año esté que no donaré sangre.
Si alguna vez yo decidí golpear a alguien indefenso, que no me extrañe que esa persona ahora no quiera sonreirme cuando se tope con mi abrumador rostro.
Si yo decidí no regar más el geranio de la ventana entonces ¿porqué me extrañaría que se secase?. Y en mi destino se forma una completa probabilidad de que pasaré a no tener ya un geranio en la ventana.
Si yo decidí rapar mi cabello existe una absorbente probabilidad que de volverá a crecer.
Lo cierto es que ninguno de los dos tiene la verdad absoluta por que todo es relativo…Mi madre alguna vez me dijo que usara alguna de las dos razones a según el momento. Hay cosas que cambian con nuestra fuerza de voluntad, algunas otras nunca cambiarán…y vendrán muchas otras más a causa nuestra y muchísimas más llegarán de a gratis porque Dios o el destino o mi reloj así lo dispusieron.
No supe a que hora dejó de llover, hasta que buscando qué hacer, he visto el líquido que se ha inmiscuido entre las grietas del vidrio, el cual deja ver en manera deforme, los edificios que han sido lavados por la lluvia, un sol tan brillante que vuelve a provocar sed en las paredes, Las hijas de la vecina con sus botas de hule saltando en los charcos y chispeando un encajonado espacio.
Estoy esperando que llegue Jonás a despertarme, mi estimado Jonás que llamará a alguien a darme auxilio o echará una cubeta de agua en mi cuerpo y mi sueño se espantará…Juraré dormir solo lo debido y dar el abrazo de cumpleaños a Víctor mi hermano, aunque sienta yo vergüenza y aunque a mi mamá le parezca raro.
Soy Ariel el gordo, como así me llaman…Mi esencia comienza a irse, Siento que escapo lentamente a otro plano y dejo de ser yo.
Abrí la ventana, cielo despejado, el verano había llegado a su fin. Veintinueve de septiembre un día más para proponerme poner atención.
Mientras la ligera oscuridad se esfumaba, las gotas heladas en mi espalda detenían mi respiración, agudizando mis sentidos, haciéndome saber la rutina del día, recordándome la rapidez del tiempo y la lentitud de mis movimientos en el eterno meditar durante el baño.
Hoy fue un día como cualquier otro. El vaso de agua en ayunas, los cinco minutos después de la hora de entrada, la cantidad de escalones después de la puerta que nunca olvido cerrar, el atasco de gel en cada hebra del cabello para asentar los remolinos, la estrepitosa salida. En fin, no logré percibir ni presentir nada.
Hoy no tuve ganas de voltear a ver a nadie y a nada, algo adentro movía de manera apresurada mis caminados; no toqué la puerta del salón y me senté en la banca de atrás que nadie quiere ocupar. Todo era callado y atento en la primera clase de matemáticas que nunca entiendo y no soporto. Rosario con su sonrisa de dientes más blancos que los míos, José Carlos con su exagerado interés en todo menos en la clase, haciéndome notar mi tardanza; aunque su puntualidad fuera solo para ocupar el asiento al igual que yo, precisamente a esa hora.
La materia de cada cuerpo celeste puede ser identificada de acuerdo a su espectro, los isótopos del carbono, las necesidades primarias, secundarias y terciarias que conforman la pirámide de no sé quién, la reproducción celular por mitosis, la pareja que decidió hacer sus compras al desnudo y que captó la atención de los televidentes. Con tanta información fue creciendo mi alucine. Las paredes del aula en instantes eran de tantos colores, algunas otras veces me encontré en la Memoria persistente de Dalí donde mi cara era otro reloj blando incapaz de contener su forma. El sudor empezó a cruzar mi frente y las voces iban y venían, hasta que; - ¡Vámonos!-; - El grito de José Carlos me regresó de nuevo.
¿Qué quieres que hagamos hoy saliendo de éste lugar? – Podemos acompañar a la Rosario a tomar una de esas bebidas preparadas para que te pongas al cien, man.
-Con su persuasiva manera de dirigirse a las personas es difícil decir no a mi mejor amigo, y menos si se trata de pasear con Rosario y su figura de reloj de arena y esa natural sensualidad cuando habla o camina.
-Casi caigo al suelo del sueño que no se porqué no me ha dejado, pero está bien, todo sea para ponerme al cien como dices.
Ah!, olvidé mi dinero en casa.
-Ese no es problema, yo invito.
Dos horas más en la charla que abandonaba vagando en revistas y recetas de cocina, a la vez succionando con un popote la bebida azulada con un generoso toque de alcohol y un sabor un tanto raro. Rosario y José no pararon de hablar, excepto para preguntar que era lo que me pasaba, que ni siquiera la bebida me hacia sonreír un poco.
Vinieron a cuento varios temas de charla, junto con ellos las carcajadas que nunca faltan. Apuesto a que José no paró un segundo de admirar la perfección de Rosario. Pero yo creo que a quien quiere Rosario es a mí aunque sus gustos sean los mismos que los de José Carlos.
José y yo somos los mejores amigos pero nos encontramos en una clase de lucha por los besos de Rosario. Esta vez no supe decir nada y dejé la charla para ellos dos. Caí dormido sobre la pequeña mesa redonda del local.
Al zarandearme Rosario, sentí cómo mis mejillas rechinaban en el vidrio debido al sudor que llegaba de nuevo.
-Mejor será que te llevemos a tu casa antes de que empieces a vomitar las dos gotas de alcohol que has bebido querido compañero.
- Me sugirió José.
En realidad no fue lo que bebí, tal vez sean las píldoras que me recetaron; o mas bien no; ahora recuerdo que olvidé tomarlas.
-Si, mejor vámonos. Empezará a llover y no traigo parabrisas. Veamos si puedes ponerte en pie, si no, para llevarte en peso al auto.
- No me podrías.
- Respondí a la sonriente Rosario que con un poco de alcohol se vuelve aun más agradable.
Tras luchar contra el sin fin de peldaños, agarrado del hombro de José Carlos al fin estaba en casa. Abrí la puerta.
“Amor, adiós, no se puede continuar… ” La canción favorita de Jonás que repite al menos dos veces.
Desde la ventana observé el beso que Rosario tira al aire, al darse cuenta de que estaba yo allí. Apresuradamente sale en su coche.
La desquiciante melodía no fue impedimento para caer dormido, con ganas de dormir por una eternidad. Mi dormir fue profundo, pero sin las pesadillas que me acompañan cuando duermo de día. Ni siquiera saboreé el esplendido guisado que cocina Jonás con carne y verduras; Sin duda tenía sueño.
Jonás siempre dice que duermo de más, que basta con solo seis horas para estar activo durante el transcurso del día.
-¡Eso es mentira! Yo necesito ocho.
-Creo estás mal bro.
Estudios a adolecentes, han confirmado el mal sueño que los agobia debido a que están creciendo y secretan ciertas sustancias que impiden que concilien el sueño durante la noche. El problema es que yo paso de los diecinueve y no existe razón para que esto suceda todos los días.
Sin duda tenia sueño, repito. Mi sueño nunca fue normal, digo “fue” en lugar de “es” porque ahora el sueño es mi entorno.
José tiene tan buena suerte que la lluvia esperó a que se fuera: Una racha de viento mueve la puerta de la ventana y la azota en la pared astillando el vidrio. Al instante recordé mi ropa tendida en la azotea y apresurado brinco en cinco pasos los diez escalones que me llevan hasta ella.
El cielo demasiado gris, tan gris casi negro, a punto de soltar su considerable cantidad de lluvia… … mi ropa por falta de pinzas a punto de soltarse y caer a la calle. Me apresuro a dar el primer jalón a una de las prendas… …A mi sorpresa, no agarré absolutamente nada más que el puñado de aire; pensé ¿estoy aún ebrio?
No fue así, intenté con los jeans y pasó lo mismo, cual toro engañado por el torero.
Mi madre me dice siempre que no olvide descolgar del tendedero la ropa, de lo contrario de nada servirá que se haya lavado… … La lluvia comenzó con las primeras gotas violentas que iban siendo consumidas por la sed del concreto hasta convertir el techo en un arroyo.
Como decía, mi ropa siguió tendida y se lavó una vez más con la tormenta, yo sentado en uno de los escalones tratando de explicar lo sucedido por más de una hora.
Regresé a mi cuarto, tan disperso como nunca. Mi sorpresa fue cuando me vi a mi mismo dormir en mi cama. No supe qué decir, dudé en acercarme, gritar solo empeoraría las cosas ya que solo delataría mi falta de sobriedad… …Estoy aterrado de cierta manera.
Me acerqué hasta donde dormía y no me pude explicar como puedo estar fuera de mí, estando más consciente que nunca…Soy yo mismo, Ariel Cárdenas. Moví a mi otro yo que dormía pero nunca despertó. Entonces vino a mi mente lo que no quise que viniera: Si mi parte consciente de mi está fuera de mi cuerpo entonces no queda incertidumbre alguna de que he muerto.
¿Cómo podría estar muerto? ¿Cómo puedo estar muerto? … Sin decirle a José que no es mejor que yo…Sin demostrarle que no lo es… Sin decirle mis problemas a mi madre…Sin haber pedido perdón a Jonás por creerlo poca cosa…Sin haber mejorado en matemáticas… ¡Ahora cómo saco mis ideas si tengo tanto que expresar y hacer! Estoy vendado por un enorme silencio en el cual la pared ya no se estremece si canto mis desafinadas melodías. Ya no hay aliento para cantar o gritar, igual ya no hay sentimiento para llorar mi tristeza y mi rabia; soy sólo la consciencia neutral que se sabe así misma.
Estuve vagando alrededor de la manzana cuestionándome si fui un proyecto sin resultados.
Estuve pensando en Rosario, de cómo la voracidad de José Carlos terminará por devorar su gracia y terminará olvidándose de mí. Pensando en las tardes de octubre en donde yo no estaré.
De nuevo subí las escaleras que llegan a mi habitación, en cada paso fui notando la levedad de mi cuerpo, la facilidad con que puedo mover mis pesadas piernas a causa de la falta de ejercicio. Me fui percatando de que poco a poco iba perdiendo la agudeza propia de cada sentido después de haber perdido el tacto desde un principio.
Mi habitación blanca, con manchas de humedad por las goteras, lo ordenado de los pocos artículos con que cuento no es suficiente para decir que es bonita…El geranio de la ventana logró suavizar la vejez de ésta. La ventana donde muchas noches la lluvia ha arrullado mi sueño y las tormentas que han despertado mi miedo por los truenos. Suficientes rincones donde cansancios y desánimos quedaron grabados y cuatro paredes que resguardaron el vació y la seriedad detrás de una puerta de madera roída por polillas.
En realidad mi plan de vida nunca fue claro, nunca me digné a pensar a futuro, tal vez el reloj ya no me dio partida y se cansó.
¿A caso no es válido vivir solo por hoy: Dejar fuera al futuro que tanto preocupa al pequeño ser, y que, ya en conjunto es el tormento de una gran urbe y de una nación entera?
El tiempo es relativo en todos los sentidos, El tiempo y el olmo, el tiempo y la mosca, el tiempo y yo, el tiempo y la canción, el tiempo y la gestación de un nuevo ser, la bomba de tiempo, el tiempo y las estaciones, el tiempo y el intervalo, el tiempo y la tinta que se esfuma, el tiempo y la puerta roída de polillas, el tiempo que tardo en esperar y el tiempo que se me va cuando rio a carcajadas.
Todos los entes amamos y tememos al tiempo de maneras tan distintas que me es estúpido tener que formar un futuro que solo se puede dar sin tener yo que preocuparme por tal.
La mosca se deja llevar por su instinto de ser no pensante; por así decir; actúa y molesta sin preocupación alguna… Sin llorar la miserable cantidad de días de vida que Dios le regaló.
El olmo que crece rápido o crece lento en comparación con la mosca. Quieto a no ser por las rachas que lo estrujan,” ve” pasar año tras año cada cual de las estaciones.
La canción de dos minutos que deja tanto que desear y la canción de siete que se torna aburrida. El equilibrio exacto de sonidos y silencios. La canción que si termina se vuelve a tocar… La canción que se ha hecho inmortal con el paso de cien años o más, o todo su contrario.
La bomba de tiempo que no puede esperar más a ser liberada.
El tiempo que las polillas tardarán en devorar la puerta y la misma puerta que dejará de serlo para llenar diminutos vientres. Una puerta de dos metros por uno, repartida en cada panza segundo a segundo, convertida en nuevos seres destructores que devorarán mas puertas…Entonces si lo pienso bien… ¿Sería una puerta creada para devorar otras puertas?
Soy una razón encerrada en un intervalo que antes y después nunca existió o al menos nunca se dio cuenta… ¿Y quien determina ese intervalo? No lo sé… Algunos lo llaman destino, Otros lo llaman Dios… Yo tal vez equivocadamente lo he llamado reloj.
Ahora viene la parte que no me gusta:
Jonás afirma que su destino es una torre que se va formando con sus actos. Con base a esos actos se llega a un punto único del plano en donde se levanta.
Si uno de los elementos de esa torre es que yo decidí tatuarme, entonces que no me extrañe que algún día que deba donar sangre no lo pueda hacer. Por consiguiente, existe una grandísima probabilidad de que en mi destino a un año esté que no donaré sangre.
Si alguna vez yo decidí golpear a alguien indefenso, que no me extrañe que esa persona ahora no quiera sonreirme cuando se tope con mi abrumador rostro.
Si yo decidí no regar más el geranio de la ventana entonces ¿porqué me extrañaría que se secase?. Y en mi destino se forma una completa probabilidad de que pasaré a no tener ya un geranio en la ventana.
Si yo decidí rapar mi cabello existe una absorbente probabilidad que de volverá a crecer.
Lo cierto es que ninguno de los dos tiene la verdad absoluta por que todo es relativo…Mi madre alguna vez me dijo que usara alguna de las dos razones a según el momento. Hay cosas que cambian con nuestra fuerza de voluntad, algunas otras nunca cambiarán…y vendrán muchas otras más a causa nuestra y muchísimas más llegarán de a gratis porque Dios o el destino o mi reloj así lo dispusieron.
No supe a que hora dejó de llover, hasta que buscando qué hacer, he visto el líquido que se ha inmiscuido entre las grietas del vidrio, el cual deja ver en manera deforme, los edificios que han sido lavados por la lluvia, un sol tan brillante que vuelve a provocar sed en las paredes, Las hijas de la vecina con sus botas de hule saltando en los charcos y chispeando un encajonado espacio.
Estoy esperando que llegue Jonás a despertarme, mi estimado Jonás que llamará a alguien a darme auxilio o echará una cubeta de agua en mi cuerpo y mi sueño se espantará…Juraré dormir solo lo debido y dar el abrazo de cumpleaños a Víctor mi hermano, aunque sienta yo vergüenza y aunque a mi mamá le parezca raro.
Soy Ariel el gordo, como así me llaman…Mi esencia comienza a irse, Siento que escapo lentamente a otro plano y dejo de ser yo.
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